miércoles, agosto 23, 2006

esTo es lo que sE llama olVido:::::

“Entonces esto es lo que se llama olvido.
Esto es abrazar por costumbre o por vocación, así se mantienen los afectos flotando sin necesidad de darles rienda.
Así se ríe sólo para no forzar las cosas,
Así se cierran ciclos para dejar de lado tu propio ciclo,
Así se supone que uno se hace la imbécil para que todo duela menos….”

Y siguió abrazándolo teniendo esa extraña certeza de que sería la última vez que lo haría.
Cresta, cresta, cresta.
Nada nunca es tan fácil como se piensa.
Se miraron a los ojos; los de ella seguros, triunfantes a pesar de las lágrimas,
Los de él aterrados, buscando excusas para no soltarla nunca, tratando de olvidar esas razones que dejaban en el viento tantas palabras.

Trataba de recordar el nombre de su canción favorita, alguna cita de algún libro que resumiera todo,
Sabía que tenía que hacer algo para no dejar paso a su propio orgullo,
Pero no era capaz de articular palabra.
Justo cuando más necesitaba hablar, él se había quedado mudo.
El miedo lo paralizaba, lo sentía subir por su garganta amenazando con salir a chorros por sus ojos.
Sabía que si la dejaba ir era para siempre, pero también sabía las reglas del juego antes de jugar a quererse.
Y es que no podía negarlo, en aquellas noches en las que dormían juntos, tan juntos que esas cuatro paredes se convertían en su mundo, siempre mantuvo la ilusión de que ella lo quisiera a ratos…


“Y qué quiere que le diga señorita, uno de acá arriba ve tantas cosas que ni se imagina.¿Me puede hacer más fuerte la pregunta? Es que usted sabe, 80 años y cuidando a este viejo mañoso es imposible acostumbrarse a hablar con otra persona.
¿Si estaban juntos? Sí, sí, estaban los dos abrazándose y se miraban como teleserie fíjese, lo que pasa es que una que ya es mayor se da cuenta cuando dos jovencitos se miran raro, es como luz fíjese usted, una que ya se las sabe todas, si a mí no me vienen con cuentos…No, vivo con mi marido y las cenizas de mi nieta que en paz descanse. Sí, hace ya más de 10 años la pobre.
De peritonitis. Si pué, ¡si yo lo mismo digo! Pero acá creen que por ser vieja hay que ser tonta… Apenas me dijeron que se había muerto la Marcelita que no me creí el cuento… ¿Quién se muere de peritonitis con la cantidad de cuestiones y pastillas que existen?No, mi hija no preguntó más porque es tanta la pena fíjese cuando pasan cosas así, a ella se le fue todo a las pailas perdóneme la expresión, y yo no era nadie para andar con cuentos si no se está segura, aunque más sabe el diablo por viejo que por diablo… ¿Ha escuchado ese dicho?.
Sí, sí, como le iba diciendo, se miraban como teleserie los jóvenes que usted me pregunta, incluso la chiquilla se parecía a esta actriz… cómo se llama… no no! Esta bien flaca, la morena… No pué ella no, ve que se acaba de casar?. Esa misma! La Capetillo. A ella se parecía fíjese… quizás hasta era ella! Es que usted sabe, con la edad una se pone corta de vista y no he tenido tiempo para ir al oculista…”

Retrocedía en su memoria tratando de buscar alguna frase cliché para dejar en claro que esto era para siempre,
Pero apenas recordaba alguna se reía por lo bajo de lo cursi y él la miraba con esa mirada de pena, de pena honda, de pena consumada, entonces se sentía culpable de reírse y se le iba la idea y no sabía qué más hacer que seguir mirándolo a los ojos.
Habían sido 3 años de historias compartidas,
Ni ella misma sabía cómo ponerle fin a algo que ya no se distinguía de su propia historia.
Quizás por eso mismo las palabras no salían, porque ya era todo tan tarde que cualquier sonido sobraba.

Y lo seguía mirando,
Replanteándoselo todo,
Tratando de recordar en qué minuto dejó de ser una idiota que idealizaba al amor y se había convertido en una mujer más que engrosaba la lista de temores ocultos.
Pero siempre se lo dejó claro, apenas vio esa sonrisa burlona que le dejó claro que ella no amaba. O por lo menos, no todos los días.

Apenas los vi supe que todo se estaba yendo a la mierda.
Es como un sexto sentido que tengo desde chica, desde que supe que nunca iba a ser diferente al resto, desde el mismo momento en el que estos ojos me anunciaron que iban a llorar para siempre.
No podía creerlo, pero hoy no empezaba o terminaba nada. Por lo menos para mi.
Sabía que ella se iba, se iba lejos, por fin, era tan obvio que iban a juntarse en este metro…
Y ella lo miraba, lo miraba con esa sutileza que siempre encontré tan cínica, tan poca cosa… Aún recuerdo que cuando la conocí me llamó mucho la atención la forma en la que trataba de que su risa no fuera demasiado estúpida, o que su ropa no llamara mucho la atención, era como si pidiera perdón por el aire que gastaba al respirar… y es que era imposible, siempre dejaba una estela imborrable en el tiempo… siempre fue tan especial.

A él lo conocimos juntas.
Claro, en ese tiempo caminábamos incluso de la mano, nos encantaba reírnos de nosotras mismas, íbamos a todas partes juntas, y es que ella se convirtió en la mitad de la mejor parte de mi vida.
Pero entonces, esa noche todo se quebró sin darnos cuenta.
Él la miraba, ella lo miraba y en ese minuto noté que comenzaba a sobrar.

Las copas, las ganas, la música, todo pasó a segundo plano si se trataba de él.Hasta que un buen día simplemente dejó de llamarme. Me dejó sola, tan sola como me encontraba cuando la conocí.
La amaba tanto, pero tanto que me convertí en toda una experta para simular que sólo la quería.Cuando comencé a tratar de demostrarle todo mi amor, fue cuando llegó él.
Entonces, me prometí volver a sonreír el mismo día que esa relación terminara.Por mi bien, por el bien de ella, por el bien de nosotras…

”Como le iba diciendo… fíjese que se estaban abrazando así fuerte, cuando llega esta señorita… una con pelo corto así como hombre… y les empieza a gritar, y la gente de la calle se da vuelta porque usted ni se imagina la sarta de garabatos que le gritó a la mujer, a la que se parecía a la Capetillo… y entonces el joven le empieza a gritar también, y se arma una pelotera fíjese que ni le cuento, pero la niña, la Capetillo toma su bolso, le da un beso al joven y baja las escaleras del metro. Ni pío pudo seguir gritando la otra, pero entonces la jovencita que antes gritaba se acerca al hombre ese, y yo que creía que le iba a pegar porque la cosa estaba pintada para ataque de celos, pero solo se arrodilla a sus pies y se pone a llorar… desconsolada la pobrecita… ¿Me dice que la joven con pelo corto está desaparecida? Ppfff típico de los jóvenes de hoy en día, si hasta la Marcelita que era un pan de Dios… mi sobrina pue, Que En Paz Descanse, si ya le conté… bueno, hasta ella se escapó unos días de la casa de mi hija… ¿Dos meses? Ah no nunca tanto… ¿y si le ha pasado algo fíjese usted?...”

[último cuento escrito. más realidad y ficción?]