martes, junio 01, 2010

color

No tiene sabor. Es insípido, extraño, fome.
Tampoco tiene forma, es como si fuera un bulto extraño que te aparece en la piel, pero al que te acostumbras y después le tomas cariño.

Es mi cama a las 7 de la tarde de un domingo, donde nadie, menos yo, quiere participar de la siesta.
Son las ganas oscuras de querer darte un beso, son los años que pasan en vano y no me dan ninguna respuesta.

Supongo que son también las tonteras de las que ya no me rio,
las noches antes de acostarme, las palabras que tengo atoradas en la garganta y no soy capaz de pronunciar.

Supongo que es también el color de la tarde cuando fumo,
las veces que me olvido que aún existo, que aún siento, que puedo volver a creer.

Y también son las veces en las que me ilusionaron, todos esos hombres que han pasado por mi mente y mis ganas y aún así no se quedaron para vivirme,

Los encuentros casuales, las llamadas por teléfono cuando tomas demasiado,
esa canción que me despierta todas las mañanas.

Es Nueva York a esa hora imprudente, eres tú y todo lo que nunca voy a ser capaz de decirte,
soy yo, mujer a medias, creada a través de imprudencias en el camino y retazos de color.