miércoles, mayo 12, 2010

leit.motiv.

Olores, sabores, todo en la misma pieza.
Tu nombre me sabe a yerba dicen por ahí, a mi me sabe a nada.

Es porque de día todo cambia, la noche todo lo hace diferente.

Un auto. Todos gritan. Y yo en el medio, gritando porque todos lo hacen, fumando porque todos fuman, tomando porque quiero.
Pero en el fondo, sé que en ese lugar no llegaré a ninguna parte.
Estrellándome contra un piso que ya conozco, que de hecho, me lo sé de memoria.


Voy esperando el impacto, mis ojos ya no miran, pero sé que en algún lugar hay alguien que siempre mirará hacía adelante, firme, completo, creyendo que esto cambiará.
Ya no duele, porque ya dolió demasiado.

Y todo es negro, mis recuerdos no bastan para saber con quién duermo cada día, y cómo me levanto en las mañanas con la pintura corrida, las piernas adoloridas y el olor a alguien pegado en mi piel.
Son memorias de una mujer cansada, agotada de respirar, de llevar a cuesta tantas heridas.

Manos que siguen el camino de mi espalda, que me eriza la piel y me deja callada, sin nada más que agregar ni punto ni coma.
Manos que aprietan, que sudan, manos que no existen más que en mi memoria, pero que aún así le dan forma al mundo.

Colillas de cigarro apiñadas en un cenicero morado, restos del pisco de ayer mezclado con bebida, las sábanas arrugadas con marcas de ganas,
y entremedio de todo esto mi cuerpo se esfuma, se limpia, se queda vacío, sin nada...